La vuelta al mundo tejeril no resulta tan fácil como pensaba.
He puesto patas arriba mi alijo y, pese a ocupar tres cajas y una cesta y a haber de todo ahí metido, no he oído la llamada lanera. Me refiero a ese "¡téjeme!" desesperado que a veces se oye en presencia de determinados ovillos.
No, no me he vuelto loca. Aún.

Mis males no me permiten sostener ni tensar el punto mucho tiempo así que busco proyectos sencillitos para ir calentando motores. Pero tampoco tengo mucha suerte o igual me he vuelto vaga.
Como en breve empezará de verdad el buen tiempo he decidido hacerme éste shrug para tener los hombros calentitos, que últimamente ando destemplada.
Pero yo soy Liz, me encantan los chales y los calados, y entre éste y yo ha habido química.

Menos mal que Caska vendrá en breve desde Milán y, puesto que voy a enseñarle las tiendas laneras de los Madriles, tendré excusa para abastecer mi alijo sin sentirme culpable.